Este blog está dedicado a Warhammer Age of Sigmar principalmente, con algunos toques y comentarios sobre 40K. Aquí relataré las partidas que voy jugando y os dejaré algunos artículos sobre unidades, ejércitos, etc.

martes, 10 de marzo de 2020

La Batalla por Arx Terminus (relato)

Katakros no consideraba una derrota el haber sido destruido por Archaon, pues era lo que esperaba, conocer bien a su adversario para futuros encuentros que con toda seguridad se iban a producir. Archaon y la combinación de las huestes del Caos continuaron avanzando y destruyendo todo el ejército de Katakros hasta que no quedó nada más que la fortaleza forjada en las fases iniciales de la invasión de Ochopartes.

Avivado por las llamas del odio, Archaon sentía la presencia del que había destruido en combate sin apenas oponer resistencia, el propio Katakros, y no dudó en hacer que sus ejército lo acompañaran para expulsarlo de una vez por todas de sus dominios. A lomos de Dorghar, su dragón de tres cabezas, y seguido por tropas de los grandes Demonios del Caos, puso rumbo a la aniquilación de los no-muertos.

A lo lejos ya podía contemplar la fortaleza de Arx Terminus, forjada en hueso y con forma de una mano de siete dedo. Fortificada y llena de trampas y armas de asedio, nunca se había erigido una fortaleza semejante. Tras la primera defensa frente a las tropas del Caos, Katakros hizo modificaciones para aumentar las defensas. Ahora era el momento de ponerlas a prueba y de proteger la entrada a Shyish.

Los Portadores de Plaga corrían seguidos por cientos de Nurgings que escalaban las murallas sólo para encontrarse con las espadas y lanzas de la Mortek Guard. Los Horrores Rosas se dividían en Horrores Azules cada vez que una andanada de calaveras llameantes caía desde los cielos e impactaban sobre ellos. Los Plaguedrones comenzaron a elevarse por encima de las murallas, siendo algunos derribados por los Mortek Crawlers, mientras que otros comenzaron a atizar a los defensores de las murallas con chorros de bilis corrosiva y aguijonazos que partían en dos a los Mortek Guards.

Con los Plaguedrones sobre las murallas, los Nurglings y Horrores comenzaron a colarse entre la primera fila de Mortek Guards sólo para verse atrapados por una segunda fija interminable de Mortek Guards que movían sus espadas de nadirita con gran templanza. Los pocos que sobrepasaban esa segunda fila terminaba siendo presa de la tercera fila defensiva, pues Katakros había pensado en que era necesaria en una batalla que estaba saliendo como él esperaba.

Los Devoradores de Almas saltaron a las murallas y los Pusgoyle Blightlords sobrepasaron todas las defensas para abalanzarse sobre los Mortek Crawlers que tanto daño estaban haciendo a las tropas combinadas del Caos. Mientras tanto, Glottkin recién reencarnado se disponía a tirar abajo la puerta principal mientras los defensores estaban ocupados luchando contra la lluvia de proyectiles de los Horrores y combatiendo a los Plaguedrones. Dos Grandes Inmundicias acompañaban a Glottkin en su afán por derribar la puerta mientras cientos de Daemonetas y varios Keepers of Secrets se preparaban para entrar al interior y comenzar a despedazar huesos.

Sin embargo, la temperatura comenzó a bajar y una nube gélida resopló desde el norte. Lady Olynder volvía a la carga con su ejército fantasmal. Pisadas de caballos se oían por el sur y Arkhan cabalgaba a lomos de su Horror Abisal Razarak, seguido de un ejército de Caballeros Negros. Tan pronto como elevó Khenash-an, el báculo de los espíritus, del suelo comenzaron a brotar manos huesudas que habían sido enterradas previamente para un momento como este. La Varanguard de Archaon tuvo que deshacerse de los zombis que entorpecían su camino mientras ponían rumbo hacia la caballería de Arkhan que se dirían hacia ellos con las lanzas apuntándoles. Los Skullcrushers pusieron rumbo a Arkhan, pero pronto divisaron un segundo Horror Abisal montado por Mannfred von Carstein y seguido de la Caballería Sangrienta, los mejores Vampiros de los que disponía Mannfred y unos adversarios terriblemente peligrosos.

Desde lo alto de la batalla, Archaon contemplaba la batalla. Cruenta como nunca antes había visto tal cosa. Sabía que si derrotaba de nuevo a Katakros, sus huestes caerían y estarían indefensas, por lo que la victoria estaría asegurada. Buscó a Katakros y lo encontró rodeado por varias estatuas con su cara. Instó a Dorghar a volar hacia su presa y ésta no dudó ni un segundo.

Katakros pudo ver como Archaon iba hacia él y ordenó a sus oficiales abandonarlo para poder combatir sin distracciones. Dorghar se detuvo cerca del suelo y Archaon bajó de su lomo. Doscientos Immortis Guards hicieron un círculo de escudos y los dos adversarios se pudieron ver cara a cara. No era ninguna sorpresa para Katakros ese combate, pues nunca dejaba nada al azar. Por otra parte, Archaon todavía tenía fresco el último combate donde apenas tuvo que esforzarse para eliminarlo. Esta vez no iba a ser diferente.

Levantando la Matareyes, golpeó el Escudo de nadirita de Katakros una y otra vez, causándole grietas en cada impacto hasta que colapsó y se rompió en pequeños trozos. Entonces comenzó a agitar Inda-Khaat con torpes movimientos que El Elegido pudo desviar sin problemas. Viendo que este combate no iba a ser más interesante que el anterior, hizo dos rápidos tajos que cercenaron el cuerpo de Katakros en cuatro trozos, los cuales se separaron y cayeron desparramándose por el suelo. La Imortis Guard no se movió y Archaon notó que algo no iba bien.

A su alrededor había ocho extrañas estatuas con la cara de Katakros. La primera tenía cuatro brazos e iba armada con dos mandobles. La segunda iba armada con una alabarda y escudo como los Immortis Guards. La tercera llevaba un arco. La cuarta llevaba un báculo y un pergamino. La quinta iba armada con lanza y escudo. La sexta llevaba una enorme maza a dos manos. La séptima llevaba un látigo. La octava llevaba un tridente.

Las estatuas comenzaron a moverse y pronto Archaon se dio cuenta de que sólo había eliminado una parte de Katakros, mientras que el resto estaba en las diferentes estatuas que adornaban el paisaje segundos antes. Sin embargo, Katakros no había demostrado ser un gran guerrero en combate y no dudaba en que esas estatuas terminarían de igual manera que la primera y segunda versión del Invencible.

Comenzó a esquivar, bloquear y contraatacar a cada uno de los Katakros que esta vez luchaban con fiereza y gran destreza. Dorghar no pudo aguantar más y se lanzó a ayudar a Archaon, pero fue detenido por el Príncipe Vhordrai a lomos de su Dragón Zombi que lo embistió y tiró al suelo. Para cuando se incorporó pudo ver como varios Dragones Zombi y Terrorgheist iban en su dirección, por lo que no pudo ir a ayudar a Archaon.

Esquivando y contraatacando, las réplicas de Katakros se estaban volviendo cada vez más veloces y lograban prever sus ataques, por lo que tuvo que cambiar sus movimientos para volverse impredecible y así eliminar a la primera de las réplicas al tajarla en diagonal. Una segunda réplica cayó al suelo al perder la cabeza y la tercera sucumbió al ser atravesada diez veces de lado a lado por la Matareyes. Sin embargo, la primera de las réplicas se estaba reconstruyendo y es que detrás de los Immortis Guards había varios Mortisan Boneshapers reconstruyendo los cuerpos caídos.

El combate del exterior estaba siendo duro, pero los ejércitos combinados del Caos estaban ganando la batalla. Ni Olynder, Arkhan, Mannfred y Katakros tenían unos ejércitos capaces de detener al Caos... hasta que una nueva presencia hizo acto de presencia. El cielo se oscureció para luego volverse de color púrpura. Un destello visto y no visto transformó a cientos de criaturas en cristal. Un Sol Púrpura de Shyish había sido invocado por el propio Nagash, Señor Supremo de la No-muerte y una gran parte del ejército del Caos había caído en un segundo.

Archaon aprovechó el momento para saltar hacia Dorghar y volar fuera de la fortalez ade Arx Terminus. Una batalla no decide la guerra y ya había mejores momento de recuperar el terreno perdido.

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